Me adentré en los videojuegos indie en 2014, cuando compré Journey en una oferta a la que no pude resistirme. No sabía qué era, de qué iba o cómo se jugaba; sólo había escuchado algo de su soundtrack y esa fue la chispa que desató la compra universitaria impulsiva de un videojuego que debió haber sido la despensa. Han pasado algunos años y mi amor por los juegos indie sólo ha crecido: encontrar esas joyas escondidas es un placer inigualable.
Esto juegos me atraen como un insecto a la luz, un cochi a la mierda o un borracho a una cantina. ¿Por qué? La mayoría son diferentes, rompen con las normas de lo preestablecido como un videojuego, buscan nuevas formas de narrar, toman riesgos con el gameplay y, por lo general, le echan un chingo de ganas a la música, algo que aprecio en cualquier tipo de obra artística.
Entre tantos videojuegos AAA que suelen regirse bajo modelos fijos y que parecieran ser en exceso derivativos —este no es el caso de todos los videojuegos de gran presupuesto, claro—, un videojuego indie puede ser el respiro de aire fresco que todo gamer con unos cuantos añitos encima necesita de vez en cuando. ¿Un juego en el que eres un ganso y el único objetivo es ser una molestia a los demás sólo porque sí? Eso es real, es Untitled Goose Game; verá, estimado lector, el mundo de los videojuegos indie es uno que no teme jugar con los más mundanos ni los más complejos conceptos; es un vasto espacio donde los límites de lo que puede ser un videojuego se esfuman por completo.
Y, porque ya les eché muchas rosas y no puede quedarse esto así, aquí les dejo algunos (sin orden en particular) que adoro; historias que verdaderamente me han marcado y que presentan un gran argumento para decir que, en efecto, los videojuegos pueden ser arte. No, Sr. Ebert, no estoy de acuerdo con usted.
Ape Out

Desarollado por Gabe Cuzillo y publicado por Devolver Digital —realeza de los juegos indie—, Ape Out es el juego de esta lista que utiliza la música con mayor creatividad: jazz completamente compuesto por percusiones; desenfrenado, caótico, imparable, contundente y enérgico. Su compositor, Matt Boch, creó una polifonía de sonidos que reacciona a las acciones del jugador, quien controla a un gorila que intenta escapar de distintos lugares. Su arte, en extremo minimalista, se le ha comparado al trabajo de Saul Bass y el tributo es claro: no se puede jugar ningún nivel sin recordar el intro de The Man with the Golden Arm (1955). Ningún otro juego te hace pensar que eres Art Blakey.
Hollow Knight

Team Cherry desarrolló uno de los Metroidvania más memorables de la última década. Ari Gibson y William Pellen, los diseñadores del videojuego, crearon un melancólico mundo gótico, de una atracción casi etérea, habitado por insectos; hay algo de misticismo en el acercamiento de Hollow Knight en la narración de su propia historia. Debo confesar que no he podido terminarlo; como ya es bien sabido, Hollow Knight es un juego difícil, increíblemente difícil. A pesar de esta dificultad, no puedo parar mi sufrimiento autoimpuesto; sus controles pulidos y eficaces hacen que el juego sea arduo, pero justo. Lograr superar al boss o la sección en la que llevas incontables horas atorado es una sensación como ninguna otra. ¿Y qué decir de la música? Una colección de sonidos espectrales que no hacen sino adentrar al jugador en el fantástico mundo de Hollow Knight. La melancolía nunca había sido tan deliciosa.
The Deadly Tower of Monsters
Quizá el mejor tributo al cine B del que tengo memoria, The Deadly Tower of Monsters es un excelente videojuego. Hilarante, crítico y con una mirada perspicaz sobre las películas del cine de oro de Hollywood, este título parodia constantemente a los videojuegos y al cine. Sin temer romper la cuarta pared, el juego se presenta como la versión remasterizada (en DVD, por cierto) de una película clásica de ciencia ficción —que lleva el mismo título del videojuego, por supuesto— con comentario del director; su voz subvierte tópicos comunes en la industria del cine (como el casting de mujeres) y de los videojuegos (dar explicaciones de mecánicas comunes en una infinidad de juegos, como recoger dinero por arte de magia). Una parodia espectacular que proviene de un profundo amor por aquello de lo que se burla, este título es un clásico del humor en los videojuegos.
198X

Este juego es una experiencia increíble que se escapa de la consola, una oda a los juegos de arcade de los ochenta que trajo consigo memorias tan viejas que pensé haberlas perdido para siempre. 198X es un viaje de meditación y autoconocimiento: la coming of age story de un niño, al que no se nombra, narrada a través de juegos de distintos géneros. Hi-Bit Studios logró crear un juego donde el gameplay es igual de significativo que la historia y los temas que presenta. Esta aventura sin duda sacará una lágrima a muchos al recordar aquellos tiempos en las maquinitas —así fue mi caso—; 198X, con un soundtrack increíblemente apropiado, es un detonante fantástico de una hermosa época en la historia de los videojuegos.